Los resultados de una Otoplastia son permanentes, a menos que ocurran cambios adicionales debido al envejecimiento natural o lesiones.
Las incisiones se realizan detrás de las orejas o en la superficie interna de las mismas, por lo que las cicatrices son casi imperceptibles.
Generalmente, se recomienda realizar la Otoplastia en la infancia o adolescencia temprana, cuando las orejas han alcanzado su tamaño completo.
La Otoplastia se puede combinar con otros procedimientos estéticos faciales, como la Rinoplastia o la Blefaroplastia, para lograr un resultado más completo.
Como cualquier cirugía, la Otoplastia conlleva riesgos como hemorragias, infecciones, cicatrices visibles, problemas con la cicatrización de las heridas y, en casos raros, asimetrías o deformidades en las orejas.